Lugar: Urbana Avda. del Puerto, de Cádiz.
Situación: Avería en el Cajero Automático.
LLega el técnico (N.C.R.) y comienza la reparación. El Cajero es de los que tienen una Caja de seguridad de Esabe. Su mecanismo está montado sobre raíles, para poder tirar de él y trabajar con espacio, por lo que queda "el frontal" separado. Un cliente llega e introduce la tarjeta; lógicamente, cae dentro del recinto. El técnico la ve y la "devuelve introduciéndola, hacia fuera, por la ranura". El cliente insiste, hasta tres veces. Las mismas que "se retrocede por parte del técnico". A la vista de que, el cliente insiste una vez más, al técnico, no se le ocurre otra idea que, sacar la mano con la tarjeta, al mismo tiempo que se oye una voz de dentro del cajero que dice "Oiga, que está averiado". El cliente pegó un salto y llegó hasta la parada del autobús. Entró en la oficina, más blanco que una camiseta antigua del Real Madrid....¡¡Estos modernismos...¡¡ Saludos amigos.
Situación: Avería en el Cajero Automático.
LLega el técnico (N.C.R.) y comienza la reparación. El Cajero es de los que tienen una Caja de seguridad de Esabe. Su mecanismo está montado sobre raíles, para poder tirar de él y trabajar con espacio, por lo que queda "el frontal" separado. Un cliente llega e introduce la tarjeta; lógicamente, cae dentro del recinto. El técnico la ve y la "devuelve introduciéndola, hacia fuera, por la ranura". El cliente insiste, hasta tres veces. Las mismas que "se retrocede por parte del técnico". A la vista de que, el cliente insiste una vez más, al técnico, no se le ocurre otra idea que, sacar la mano con la tarjeta, al mismo tiempo que se oye una voz de dentro del cajero que dice "Oiga, que está averiado". El cliente pegó un salto y llegó hasta la parada del autobús. Entró en la oficina, más blanco que una camiseta antigua del Real Madrid....¡¡Estos modernismos...¡¡ Saludos amigos.
En la oficina donde yo entré en el Banco cuando alguien nuevo llegaba y aún no tenia mucha confianza con el resto, al sentarse a escribir en aquellas Olivetti, lexicón, línea 90 -creo que era-, si no escribía muy lígero -habia verdaderos genios del teclado con 5oo/6oo pulsaciones/minuto- , el botones de turno iba a la zona de limpieza, cogia un cubo con agua y lo ponía junto al que estaba escribiendo a máquina, éste como era nuevo se sorprendía y preguntaba : para que quiero yo este agua, y los cachondos contestaban : ""es que como salia humo de la máquina te lo dejamos ahí por si te quemas"".
Perteneciendo a la Subdirección General de Inspección (lo de Auditoría es "una ...conada"), estaba haciendo las urbanas de Barcelona. Estando, por la noche, con los compañeros, tomando una copa por las Ramblas, se incorpora uno de ellos (era nuevo en Inspección) y le dicen: Ha dicho "el jefe" que mañana, te incorpores en "Bailén". Al día siguiente, el susodicho "jefe" llama a la Urbana y éste no ha llegado. Se extraña. El tío no aparece en todo el día y al siguiente, llama por teléfono al "jefe" y le dice: "Estoy en Bailén y aquí no hay nadie de Inspección". El nota se había "jartao de kilómetros" y se había plantado en BAILEN (JAEN)....¡que no te enteras, que era en "la urbana de la calle Bailén"¡¡. El pobre tuvo que aguantar el chorreo, aparte del pitorreo consiguiente. NOTA DEL AUTOR: pongo lo de "jefe" entrecomillado, porque, "jefe sólo tenían los indios"...
Antonio Luis Pliego Lebron Buenas chicos, me estreno con ésta. Me pasó con un Paraeño ( parecido a Lepero) que me pago un ptmo de vente mil duros a cuartos y ochavos, costándole la propia vida. El esfuerzo para cumplir era algo extraordinario, y yo le aconseje que se lo tomara con más tranquilidad (le podía dar algo), a lo que me contestó: !D.Antonio, usted no sabe lo difícil que es ser formal!.
Cuando yo era botones, en la oficina existían otro dos botones más, d'ambos habian entrado antes y eran mayores que yo, por Navidad se iba a la O.P. de Badajoz a retirar las bolsas de Navidad para la plantilla y jubilados, venían en cajas por productos y los tres botones los separábamos y completábamos las bolsas con cada uno de los productos que llevaba. Nuestra perdición eran las bolsas de peladillas, cuando nos descuidábamos nos habíamos comido la nuestra y la de otro, así que aplicando el sentido común, hacíamos las bolsas más pequeñas recortando algo de plástico y compensábamos las peladillas que nos habíamos comido mientras manipulábamos los productos de las bolsas de Navidad, como era insignificante el recorte, apenas si se notaba.- Aunque hubo una vez quien le aplicó el mismo procedimiento a una barra de turrón de yema y se notó mucho, pues el infortunado al que le tocó, reclamo que su barra de turrón de yema era muy pequeña; menos mal que nunca se indago demasiado. Cosas de los botones, que eramos muy, pero que muy malos.
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