viernes, 23 de noviembre de 2018

Banesto en Larache






Equipo de fútbol de Uniban en Larache en Marruecos:



De izquierda a derecha, arriba, por Ramírez, Torres, Luis Mellado, Antonio Barce, Jose Luis Amado, X, Luque y Antonio Ares, y agachados, Antonio Peral, Antonio Alberca, Moreno (de Fotografías El Minuto) y Manolo López Gambero.




                  Equipo fútbol Banesto en Larache (Marruecos)






Compañeros de trabajo de Uniban y algunos amigos más. En la imagen, de izquierda a derecha: Fracisco Ruiz Lagomasini, Antonio Garre, José Luis Vázquez, Mauricio Matamala, Rafael Subizza, Germán Núñez Mendoza, Antonio Barce, Marina Rodríguez, Antonio Alberca, Vicente Chapaprieta, Domingo Vales Leandro, Luis Lladó y, oculto, Jose Luis Amado.











Junto, estaba el BANCO ESPANOL DE CREDITO, con su bonita fachada de mármol gris.  Constaba solo de una planta, baja, pero por dentro era muy amplio. Era el más importante de los bancos que existían entonces. Este terminaba haciendo esquina con la calle Cervantes que al cruzarla tenemos el colegio de la AlianzaIsraelita.













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FRANCISCO JUAN CARRASCO

He recibido otra crónica relatada larachensemente por Francisco Juan Carrasco y me ha hecho reír la anécdota que cuenta. Me dice en su correo que todo esto sucedió del modo que refiere, y que la foto le trae muy buenos recuerdos. A la derecha, se ve parte del rostro de Galea, hacia la izquierda está Peral, le sigue Gambero, y el último es él. Fue tomada el 4 de Noviembre de 1956, día de San Carlos Borromeo, patrón de la Banca, celebrándolo en el Hotel España, en Larache. 
También me cuenta en su correo que, cuando se tomó esa foto, hacía escasamente dos meses de su entrada en el Banco Central, en contra de su voluntad, tal y como ya narró en su anterior crónica larachense.

Espero que disfrutéis de esta segunda entrega.

Sergio Barce, abril 2015 

LARACHENSEMENTE, RECORDANDO

Al leer en tu blog el relato, que León Cohen hace de Larache, con alusión a los chatarreros Trojman y Belliti, me vino a la memoria el insólito hecho, que ocurrió allí, a la muerte del último, viniendo a ponerse de manifiesto la capacidad e ingenio, para la acertada administración, que siempre caracterizó al pueblo judío.
La versión que conocí fue la que sigue: En el negocio de la chatarra el Sr. Belliti era un experto, y había conseguido, con su esfuerzo, salir adelante, en un mundo como el de entonces. Se ocupaba de atender a su familia, pero su preocupación mayor eran los tres hijos, que Jehová le había concedido. Por eso estaban siempre presentes en sus oraciones.
Les transmitió todo su saber, y les pagó toda la formación, que creyó necesaria e indispensable para su futuro. Ninguno era torpe. La imagen de despierto y habilidoso caracterizaba a los tres. El negocio giraba a nombre del matrimonio, y el Sr. Belliti, como causahabiente previsor, redactó en tiempo y forma su testamento, dejando a su esposa -mientras viviese- como usufructuaria de la parte indivisa que correspondía a los tres hijos.




1956 Derecha, Carlos Galea; izquierda, Peral; y centro Emilio Gambero y Fco Juan Carrasco

Para que quedase clara su voluntad, de que los derechos debían de ser iguales para cada hijo, como virtual prueba de semejante participación, estableció en dicho testamento que, para acceder a la herencia, era “conditio sine qua non” que, al tiempo de su enterramiento, cada hijo depositara sobre su féretro, en efectivo, la cantidad de 5.000 pesetas, en presencia del Rabino y de todos los asistentes al acto.
Realizadas todas las formalidades y protocolos, que correspondían, en todos los órdenes, al hecho real de su muerte, quedaba el último, material y doloroso, como era la sepultura. El Rabino tenía a la vista el texto, refrendado por la Notaría, de la voluntad del difunto, y pidió al hijo mayor, que depositara sobre el ataúd, sus “mil duros”, que ya tenía preparados. Abraham así lo hizo. Rogó al segundo hijo que hiciera otro tanto con su parte, y este depositó igualmente otros “mil duros”, esta vez se vio que eran billetes nuevos, extraídos por Mesod aquella misma mañana, de “su cuenta en Banesto”, entidad con la que regularmente operaba la familia.
Finalmente nombró y se dirigió al benjamín, José, para que hiciese lo mismo con su participación. El hombre diligente, resolutivo, dio un paso al frente, y depositó un cheque nominativo, emitido a favor de su padre, por 15.000 pesetas, y a continuación, retiró las “diez mil pesetas en efectivo”, que sobraban de tal pago.
Respecto de la legalidad de tal operación, se formó un revuelo entre los dos hijos que habían dejado el dinero, y el del cheque, dividiéndose también simultáneamente los asistentes, unos estaban a favor, y otros no lo aprobaban. La controversia debía resolverse cuanto antes, pues tenían que concluir la ceremonia. No hubo acuerdo, y ante tal problema, se optó, por la consulta al Gran Rabino, que residía en Barcelona. Tuvieron que llevar el muerto de nuevo a su casa, hasta tanto se conociera la resolución del Superior religioso.
Las llamadas telefónicas a Barcelona se sucedieron sin tardanza, así como las demoras de línea, a las que, por entonces, estábamos acostumbrados. Entretanto, José tenía en su poder las 10.000 pesetas, y el Rabino custodiaba el cheque de Banesto, nominativo, a favor del difunto, por las 15.000 pesetas.
No fue hasta dos días después que, por telegrama, adelantara el Gran Rabino su escrito, donde rubricaba el procedimiento a seguir: “Si los billetes y el cheque eran auténticos, quedaba bajo la conciencia del emisor del cheque, que siempre hubiera en el Banco fondos suficientes, para atender tal orden de pago, porque si esto no se cumpliera, estaban ya escritos, desde hacía miles de años, los castigos y maldiciones que le sobrevendrían”.
Se le dio respetuosa sepultura, junto con el cheque del Banco Español de Crédito. El hecho se publicó en medios de la época, con alabanzas a la sagacidad que había demostrado José, emulando las cualidades y virtudes de su antepasado, homónimo, en tierras faraónicas del mismo Continente.

Para Antonio Barce. De Francisco J. Carrasco Molina. 30/3/15

lunes, 12 de noviembre de 2018

BANCO ESPAÑOL DE CRÉDITO ""La herencia y la influencia""



La herencia y la influencia

La política, la 'carpeta', la vicepresidencia y la autocartera, mecanismos de poder de la entidad financiera


domingo, 11 de noviembre de 2018

Día de Honor de Banesto en Expo 92





El 09 Octubre de 1992.

Se celebró el Día de Honor de Banesto en Expo 92.



Pabellón de Banesto.

El banco oficial de los Juegos Olímpicos y el equipo patrocinador de Miguel Induráin y Perico Delgado en aquel 1992, tuvo también presencia en la Exposición Universal de Sevilla. El día de honor de este banco estuvo representado no sólo por sus más altos dirigentes, sino por el grupo de ciclismo que Banesto patrocinó.
Banesto fue uno de los bancos oficiales de Expo 92, junto al BBV y el Central-Hispano, y contó en el recinto con varias oficinas bancarias, entre la que se encontraba el llamado <<pabellón de Banesto>>.





Banesto fue Patrocinador Oficial de Expo 92.
Probablemente, todos los visitantes de la Expo que hayan subido a la Torre Panorámica, vieron que Banesto estaba en Expo 92. El banco Banesto gastó un total de 2 mil millones de pesetas en todas sus actividades en la Muestra Universal.


Torre mirador Banesto.
La gran torre de sesenta y cinco metros, situada en los Jardines del Guadalquivir, fue sin duda, una de las atracciones de la muestra. Consistió en una cabina que subía y bajaba mientras giraba sobre su eje, con una capacidad de setenta y tres personas, y una frecuencia de mil doscientas personas por hora.
La construcción corrió a cargo de una empresa alemana, y fue financiada por el banco Banesto, aunque los beneficios obtenidos por la venta de tickets fueron destinados a la Sociedad Estatal.
Pero la aportación no se limitó a costear este edificio. Banesto había instalado cuatro oficinas atendidas por treinta personas, para efectuar cambio de moneda o trámites bancarios, ya sea a través de sucursales o de cajeros automáticos.
En la Isla de la Cartuja había quedado ubicado durante la Muestra una especie de <<pabellón>>, como ellos lo llamaron, creando la imagen de una entidad bancaria presente y en consonancia con los eventos del 92. Bajo una estructura acristalada que fluía el agua, el interior o concretamente en el centro, había una gran fuente, que recogía la idea del agua como elemento natural e hizo al visitante olvidar que estaba dentro de un edificio. Algunos pensaron que fue un pabellón más de la Expo pero sin colas.






Oficina central de Banesto en Expo 92.
El equipo de ciclismo, entre los que se encontraba Perico Delgado y el ganador del <<Giro>> y del <<Tour>> de 1992, Miguel Induráin, fueron aquella jornada a la Expo para ofrecer un regalo muy especial a la mascota de la Expo. Curro lució desde aquel día un <<maillot>> amarillo con la firma de todos los integrantes de este equipo.



Torre mirador Banesto.
Como máximo representante de la entidad bancaria en aquella jornada fue presidido por Mario Conde, acompañado de los consejeros delegados y de responsables regionales andaluces.