domingo, 1 de marzo de 2015

RESIDENCIA EL CARMEN DE BANESTO EN CERCEDILLA.-


Nuestra Compañera, Mercedes Santos Barba aporta éste interesante e ilustrativo artículo, así como bastantes fotos y comentarios para darnos una idea de lo importante que era la residencia de El Carmen en Banesto : 

Residencia “El Carmen” del Club Banesto
(Nuestro refugio de montaña en Cercedilla)
Hoy vamos a hacer un recorrido guiado por la Residencia de Cercedilla, a través de los recuerdos que han vuelto a tomar forma en mi mente, viendo el legado gráfico que sobre la misma me ha dejado mi padre.
La inmensa mayoría de los empleados del Banco Español de Crédito hemos estado en algún momento de nuestras vidas en la que durante un tiempo fue “la Residencia” porque la de San Jaime, en Estepona, aún no existía.
La finca, ubicada en la carretera que va desde Cercedilla a Las Dehesas, constaba de:
. Un edificio principal, equivalente a un buen hotel de la época, a cuyos pies se extendía una pradera, cuyo color podríamos denominar “verde Asturias”
. El Club Banesto, una especie de pequeño palacete, en el que había chimenea, zona de lectura, salón de televisión, sala de juegos, un bar de invierno y terraza. Su fachada se cubría de lilas y era un espectáculo maravilloso contemplarla y disfrutar de la fragancia que se iba percibiendo según se acercaba uno.
En su momento alguien me comentó, que era la construcción que había en dicha parcela cuando el Banco la adquirió y que fue la vivienda de su anterior propietario.
. A continuación del Club estaba la piscina, en la que daba poco el sol y había que tener una mezcla de valor y temeridad para bañarse en ella, a no ser que fueras del Norte de Groenlandia.
. Además, había un chalet al que se denominaba “Villa Chupete” porque a él iban los empleados que tenían hijos muy pequeños para que no molestaran con sus llantos al resto del personal y que disponía de una cocina para hacer las papillas y preparar los biberones.
. Entre el edificio Principal y el del “Club” estaba la terraza del bar de verano.
En sus soportales había mesas cuadradas blancas que agrupábamos y convertíamos en largas mesas rectangulares que iban creciendo en longitud, según se iban sumando los amigos con los que quedábamos para tomar el café, charlar o jugar una partida sentados en aquellas sillas que hoy en día serían consideradas de “diseño", con forma cóncava formada por finas barritas metálicas negras separadas entre sí, que se entrecruzaban formando cuadros y cuyo asiento se cubría con un fino cojín verde con forma similar a la de una concha.
Las consumiciones se pagaban con vales y el pedido se hacía anotando lo que se quería en la hoja de una libreta que había al efecto, con un lápiz colgando atado de un cordel y el precio se miraba en la lista que estaba a nuestra disposición. Además prestaban juegos de mesa.
Tras la barra del mostrador estaba muchas veces Sagrario, una empleada muy morena de piel, con el pelo corto, que era una institución en la Residencia y que siempre tenía una sonrisa cuando atendía a los empleados que disfrutaban de la tranquilidad del lugar con sus familias, mientras estrechaban vínculos de amistad con compañeros de diferentes puntos de nuestra geografía.
Hace muchos años en todas las quincenas se organizaba una fiesta de disfraces, concurso de carreras de sacos, piñatas, etc. y, a veces, se elegía una joven como “La Reina” de los festejos.
Entonces no existían los móviles, las tablets ni los ordenadores portátiles y la comunicación entre personas era “vis a vis”
¡Qué tiempos aquéllos! ¡Es como si nos remontáramos al paleolítico!
En nuestras reuniones siempre hablábamos con los que teníamos más próximos a nosotros, mirándonos a la cara y no permanecíamos, como pasa ahora, con la cabeza agachada y los ojos fijos en el móvil mientras movemos los pulgares a toda velocidad.
En la actualidad la gente, cuando se junta, parece que enseguida contacta con “allien” de otro planeta al que retrasmite lo que supuestamente está disfrutando con unos amigos de la tierra, con los que ni siquiera puede seguir la conversación ya que cada uno está a lo suyo.
Las nuevas tecnologías nos han hecho la vida más fácil y nos ofrecen estupendos recursos, pero en algunos casos están generando dependencia y haciendo que perdamos la alegría del encuentro, el saludo con un abrazo o un apretón de manos “no virtual”.
En fin, dejemos el presente por un rato y continuemos la ruta guiada por el fantástico recinto de la Residencia.
. Entre el Club y la piscina, hacia el fondo, había un camino con una especie de empalizada en cemento que conducía hacia la salida que daba a la montaña que quedaba a espaldas de la Residencia y nada más empezar a caminar por él nos encontrábamos con la Capilla, que era muy pequeñita y en ella se celebraba Misa los domingos al mediodía.
. Paseando por el fantástico recinto vallado, de “nuestro hotel de montaña”, nos encontrábamos el lago con el embarcadero, en el que tantas veces hemos remado, acercándonos con curiosidad a la zona del rebosadero, para ver caer el agua; caminos llenos de sombra con algunas esculturas: una fuente, un águila, el pequeño templete, el antiguo farol de piedra y todo ello en medio de un remanso de paz, sosiego, tranquilidad, solo interrumpido de vez en cuando por risas de niños que juegan a lo lejos …
. Además, la finca contaba con una casa para el guarda, junto a la valla, un poco antes de llegar al acceso principal y justo por la zona de encima del lago, subiendo como si fuéramos a la carretera, en el ángulo superior de la finca y pegando con la valla del propietario colindante, había una edificación, que siempre estaba cerrada y que se solía utilizar como almacén.
Para acceder al edificio principal había que subir una amplia escalinata de piedra, que era en la que se colocaban los Directores de Sucursales cuando iban a los cursillos que se impartían entonces, para que Cirilo Saiz, que trabajaba en la Sucursal de Burgos y era un excelente fotógrafo les hiciera la correspondiente foto de recuerdo junto con el personal de Alta Dirección que había ido a dar su charla, el Administrador de turno y el Apoderado de Jefatura de Personal que llevaba Residencias, que se llamaba Isidoro Sierra Viadero.
Los Administradores de la Residencia que yo recuerdo fueron Peñalver, Peña, que posteriormente lo fue también de la Residencia del Banco Hispano Americano en Navacerrada, Sierra, Carrillo, Antón, Quesada y Prieto. No sé si me dejaré alguno en el tintero de mi memoria, pues han pasado ya muchos años desde el primero.
La Gobernanta se llamaba Elena, una mujer trabajadora conocía muy bien su labor y se hacía respetar.
Ya dentro de la Residencia nos encontrábamos con el amplio hall, con una mesa en el centro, sobre una alfombra rústica.
Los jarrones adornaban la estancia con cardos, avena, juncos y otras plantas secas de la zona, entre ellas una que tenía colgados una especie de círculos de nácar en lugar de hojas.
El mostrador de recepción se ubicaba al fondo y en la columna de la izquierda se colocaba el menú del día, que acostumbrábamos a mirar cuando abandonábamos el edificio, después de desayunar, para saber con qué íbamos a reponer fuerzas a la vuelta.
Todavía viene a mi memoria y me hace sonreír el comentario del hijo de un empleado de Melilla, que se quedó alucinado al ver que de primero teníamos repollo y de segundo pollo, pues no conocía dicha verdura y le resultó chocante. Pensaba que sería un super-pollo de primero (el re-pollo) y un pollo normalito de segundo y le parecía muy repetitivo dos platos iguales, aunque estuvieran guisados de distinta forma.
Si me paro un poco y cierro los ojos me parece percibir el olor característico de la Residencia al entrar, que era una mezcla del emanado por la madera que cubría parte de sus paredes, la cuerda de sus alfombras, las tapicerías de sus sillones, sus muebles, cortinas y el aire serrano ¡Qué pena no poder recuperar aquel perfume en un frasquito para olerlo de vez en cuando!
Aún me veo acercándome a canjear dinero por vales en su mostrador, subiendo por las escaleras que daban acceso a las habitaciones de la planta baja o accediendo por la que daba acceso al piso superior y que parecía más majestuosa desde la entrada al ser de mayor tamaño y verse de frente.
En las dos plantas superiores había sendos salones, todos con el mismo tipo de decoración y los residentes nos reuníamos en ellos unos minutos antes de la hora de comer y charlábamos hasta que abrían el comedor.
¿Recordáis los gruesos clavos de cabeza negra que sujetaban el friso de madera de la pared, las calas que había en la jardinera que estaba en línea con el ventanal de la terraza o la celosía formada por los barrotes verticales de madera, junto a la subida de la escalera?
¿Quién no recuerda a las camareras todas uniformadas con vestido negro, delantal, cofia y guantes blancos, que nos recibían en fila a la entrada al comedor y que abrían a gran velocidad, con la punta del pie, la puerta de vaivén que daba acceso a la cocina?
¡Qué ricos nos sabían aquellos panecillos con mantequilla y mermelada y las galletas con que acompañábamos el café con leche que nos servían en unas cafeteras de color gris plomo, de modelo similar al de la lámpara de Aladino!
Para este primer servicio de comedor del día, las camareras tenían un uniforme más informal, con finas rallas blancas y azules, también con delantal y otro tipo de cofia, pero siempre iban impecables y dispensaban un trato muy agradables lo mismo a niños que a mayores.
El desayuno era el pistoletazo de salida de otro día maravilloso paseando por las dehesas, caminando por la calzada romana, de compras por el pueblo, disfrutando de la finca, leyendo bajo una buena sombra, remando en el lago ...
La hora de la comida era mi momento de máxima tensión, porque nunca me ha gustado mucho la carne y mi padre quería que comiera de todo, así que siempre rezaba para que el “Señor de la Tortillita” (el Maître) le hiciera a mi madre la pregunta que yo tanto ansiaba: ¿Quiere que le hagan una tortillita francesa a la niña? ¡Estaba salvada de nuevo!
El salón de la primera planta, que estaba en la zona central de la construcción, tenía una terraza que hacía un saliente en forma de curva en uno de los lados, que parecía la proa del Titanic adentrándose en el maravilloso paisaje natural que rodea la Residencia.
La del piso superior, estaba justo encima, iba en línea con la fachada y estaba rematada por un friso de madera que acababa en pico y llegaba hasta la cubierta del tejado, que era de pizarra negra. Apoyado en su pared lateral derecha estaba el mástil, en el que ondeaba la bandera nacional.
Las habitaciones tenía dos camas que estaban separada por una especie de mesilla que era un soporte de madera en al aire sujeto a la pared, en la parte de los pies de la cama había una mesa y un sillón con brazos de madera y una silla, todo en el mismo estilo.
La parte superior de la colchas eran de color crudo con un cordoncillo alrededor y tenían un volante fruncido estampado a juego con las cortinas. Los colchones y las almohadas eran de látex y yo creo que no he dormido mejor en toda mi vida, debe ser porque entonces todavía dormía como un bebé.
Del despertar solo os puedo contar que era una auténtica gozada abrir el balcón y respirar el aire fresco de la mañana, escuchando el canto de los pájaros y con ese paisaje de fondo. Me sentía como Heidi y me daban ganas de saltar y correr por la pradera con mis hermanos. El olor de la hierba aún mojada por el rocío era alucinante.
Entre la cama del fondo y la ventana que daba a la terraza de la habitación, había una especie de armario con una puerta que contenía en su interior un lavabo con un espejo.
Los verdaderos armarios estaban nada más entrar y eran unas mini-habitaciones cuadraditas a modo de pequeños vestidores, con su taburete de madera.
Para poder ducharnos o ir al servicio, teníamos que salir al pasillo, con la ropa limpia, la esponja, los productos de baño …, pero éramos niños y estas “excursiones” nos parecían una aventura más dentro de las vacaciones.
Nada más que por las vistas al monte que había enfrente de las terrazas de las habitaciones, ya merecía la pena pasar la quincena allí.
Si te situabas a la terraza de la primera habitación del pasillo y dirigías la vista hacia la de la habitación contigua, veías hasta la de la última habitación, debido a que la separación entre ellas permitía la completa visibilidad, pero como cuando nos asomábamos estábamos tan embelesados mirando el paisaje ni nos percatábamos de que dos habitaciones más allá había otra persona haciendo lo mismo.
La zona abuhardillada con el tiempo terminó habilitándose también para habitaciones, y aunque éstas carecían de terraza, eran más modernas.
La lavandería estaba en los bajos del edificio y las cuerdas para tender en la parte trasera del mismo, zona a la que se accedía por la parte más próxima al aparcamiento.
Las habitaciones más cercanas al parking tenían un “hilo musical extra” cuando abrían el balcón y que estaba formado por el ruido de los neumáticos de los coches sobre la zona de arena, mientras llegaban y se iban, pero que no molestaba nada, porque por la noche, con la bajada de las temperatura propia de la zona dormíamos tapaditos y con todo bien cerrado.
Además a las 00:00 h el tiempo se detenía y las luces de todo el recinto se apagaban. Solo los más jóvenes y osados regresaban después de esa hora de sus correrías por la discoteca más próxima y se las apañaban como podían para entrar estando ya la puerta principal del recinto cerrada y con las luces apagadas, es decir, saltando la valla y entrando por una puerta de la zona de servicio de la lavandería que daba acceso a una escalera que subía hasta los pasillos de las habitaciones, utilizando mecheros o linternas para iluminarse y luego ¡A dormir como si no hubiera pasado nada!
Ya puestos a hacer memoria, merece la pena hacer mención a la estupenda fabada con judiones de La Granja que esperaba los fines de semana, a la hora de comer, a los que subían a esquiar y dos de los grandes atractivos culinarios del pueblo de Cercedilla: las sardinas a la "bombi" y la leche merengada.
Del precio de la estancia en quincena, fin de semana o de la comida, cuando solo se iba a pasar el día, no os digo nada más que:

¡VIVA BANESTO!


  Nuestra compañera, Mercedes Santos Barba ha sido muy amable al enviarnos este excelente artículo, donde nos presenta la Residencia, sus dependencias y funcionamiento, también nos traslada sus gratos recuerdos y experiencias personales vividas en la Residencia como parte de la "Gran Familia Banesto" aportando fotografías y comentarios. Espero que os guste, a mi me ha encantado y le expreso mi gratitud por su colaboración y también me atrevo a darle las gracias en nombre de todos los lectores y colaboradores del blog., a quienes seguro les gustará su artículo 


El Sr. Cirilo Saiz y su familia, trabajaba en la Sucursal de Burgos y era un excelente fotógrafo de la Residencia :

















                        






































Mercedes Santos : Seguro que recordáis este sitio, que se encuentra dentro de la finca de la Residencia.










Sebastian Araque En la piscina en invierno estaba todo del agua congelada : 








¿Que recuerdos de aquellos años?, segunda quincena de septiembre del año 1969, Pedro Garrido, con su Señora y la mía :
                       





Mi Señora en la Terraza de la Residencia Cercedilla. (Hace unos meses, 1969) :



Mercedes Santos : La capilla de la finca y dos rincones más. Por detrás de la capilla se accedía al monte y enseguida se llegaba a la calzada romana.




Interior de la Capilla :


                     









































Edificio del Club :


                       




Mercedes Santos : Todas estas postales y algunas más que os iré mostrando próximamente eran de mi padre, que falleció hace unos meses.
Supongo que ya estaréis todos situados en este salón. Ahora solo falta decidir si queréis salir a la gran terraza de la fachada y ver el estupendo paisaje, la pradera, Villa Chupete, la montaña, los árboles, respirar el aire puro; pasar al comedor, ir a la habitación o subir a la planta superior.
¿Recordáis los gruesos clavos de cabeza negra que sujetaban el friso de madera de la pared, las alfombras de cuerda, las calas que había en la jardinera que estaba en línea con el ventanal de la terraza o la celosía formada por los barrotes verticales de madera, junto a la subida de la escalera?






Mercedes Santos : Este era un salón del edificio denominado "El Club", cuya fachada se cubría de lilas con su inconfundible aroma y que estaba a continuación del bar de verano.



Mercedes Santos : Esto sí que no os lo esperabais ¡El bar de invierno del edificio del Club Banesto!


¡Vamos! coged la libreta y con el lápiz que está sujeto al cordel, escribid la consumición que queréis tomar. No os olvidéis de pagar su importe con los vales correspondientes.


                       

Los vales : 











Este era el otro salón de nuestro refugio de montaña.





Mercedes Santos : ¿Cuántas veces habéis pasado por este hall, leído el menú del día en la columna de la izquierda de la recepción, canjeado dinero por vales en su mostrador o subido por esa escalera?










































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PINCHANDO LOS SIGUIENTES ENLACES PUEDES VER REPORTAJES QUE EL NO-DO REALIZA CON MOTIVO DE LA INAUGURACIÓN DE LA RESIDENCIA DE CERCEDILLA :

Enlace numero 1 : 

http://www.rtve.es/filmoteca/no-do/not-776/1486373/

La película de la Residencia de Cercedilla es la primera de las que el reportaje se compone, si quieres volver a verla sin ver el resto, pincha en ""Labor Social"" y ahí la tienes, espero que te guste.


Enlace numero 2 :

YOUTUBE.COM


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Foto de 1.975 : 







LAS CUATRO FOTOGRAFÍAS SIGUIENTES SE TOMARON EN UN CURSO DE APODERADOS QUE SE REALIZO EN LA RESIDENCIA DE CERCEDILLAS EN LA PRIMAVERA DEL AÑO 1.981, TUVO 15 DÍAS DE DURACIÓN Y AL FINALIZARLO NOS HICIERON UN EXAMEN SOBRE EL CONTENIDO DEL CURSILLO.

EL JEFE DEL CURSILLO FUE NUESTRO COMPAÑERO SEÑOR PEREZ NAVARRO, ENTONCES APODERADO DEL DEPARTAMENTO TÉCNICO.


POR AQUELLAS FECHAS EL BAR ESTABA FUERA DEL EDIFICIO PRINCIPAL, DONDE AHORA EXISTEN AULAS DE FORMACIÓN - O EXISTÍAN, YA HACE AÑOS QUE NO LO VEO- Y LOS FINES DE SEMANA POR LA NOCHE HABÍA ""BARRA LIBRE"", EL RESTO DE SEMANA SE PAGABA RELIGIOSAMENTE LAS BEBIDAS.  




















CURSILLO PARA JEFES DE DEPENDENCIA CELEBRADO EN LA RESIDENCIA DE CERCEDILLAS DEL 18 AL 30 DE ABRIL DE 1.983 :







CURSO PARA DIRECTORES DE OFICINA REALIZADO EN LA RESIDENCIA DE CERCEDILLAS EN FEBRERO DE 1.990 :









Juan Gómez Rebollo : MIS RECUERDOS:
Curso de Directores en Cercedilla.- No recuerdo el año, yo soy de los que están agachado el que tiene gafas.





Acogida Directores 1.995 : 





Cursillos en Cercedilla 1973..Artero. .Juanito...BARDAJI. CASTELO.PUERTOLAS.RAMÓN.CARRILLO.FUENTES.QUESADA Y LAS CHICAS DE LA RESIDENCIA EN EL COMEDOR.Y EN.CLASE. ULTIMO CURSILLO AL.QUE YO ASISTÍ. En 1974 me nombraron.Apoderado y en 1975 me fui de Interventor a Gandía .









Pincha y saldrá el enlace que debes cliquear para ver el vídeo :

BANCO ESPAÑOL DE CREDITO, Documentales Blanco y Negro ...

www.rtve.es/alacarta/videos/.../banco-espanol-credito/2845657/


18 comentarios:

  1. Aunque la mayoría de las fotos son mías (Mercedes Santos), cuatro de las fotos más recientes y que son estupendas (exterior Capilla, templete, fuente y farol), fueron realizadas por nuestro compañero José Luis Martínez Rodríguez, en marzo o abril de 2013, la última vez que asistió a un encuentro para la integración con Santander, aunque fueron comentadas por mí en su día.

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  2. Pues al igual que al resto de personas que figuran en el artículo, gracias a Jose Luis Martínez por su aportación. Saludos Juanjo

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  3. Magnifico y completo articulo con estupendas fotos

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  4. En Villa Chupete me hicieron a mí una foto histórica (porque hay como 20 copias en todos los tamaños) delante de la puerta, en 1971. Tenía yo casi 2 años. Mi padre, empleado de Banesto en Vilagarcía de Arousa desde hacía años, no perdía ocasión de llevarnos a la familia a Cercedilla siempre que era posible.
    ¿Hay forma de enviaros alguna foto para el blog? Conservo muchas, y alguna de la San Jaime, en Estepona, allá por 1979.
    Me ha encantado el artículo. Un cordial saludo.

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    1. Si, por favor al correo : jjvillaca@gmail.com

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  5. Aurora 14 de agosto de 2016.
    Soy hija de un empleado de Banesto en Almansa, Rafael Martínez Coloma ya fallecido. He pasado muchas vacaciones en esa Residencia y tengo recuerdos maravillosos. El articulo me parece estupendo y la descripción de la residencia exacta a como yo la recuerdo.
    Dentro de unos días voy a viajar por esa zona, a ver si hay algo de lo que yo tengo en mi memoria. Saludos

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  6. ¿se puede visitar? Me trae tantos recuerdos.. no sé con quién contactar para ello. Soy hija de empleado de Banesto, Pasé mucha vacaciones allí con mis padres e incluso trabaje allí un veráno. Gracias

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  7. ¿Se puede visitar? Cómo podría contactar para ello? Soy hija de empleado y pasé allí muchas vacaciones, incluso trabaje allí un verano. Me trae muchos recuerdos. gracias

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  8. Mi padre que trabajaba en la Urbana 7 de Barcelona, siempre quiso venir a la Residencia de Cercedilla, pero por unas causas u otras se quedó en su ilusión....

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  9. Banesto ha siso parte de nuestra vida. No era un banco más, era..El Banco.Profesionalmente fue definitivo en mi vida y ya pre- jubilado recuerdo con cariño mis estancias en CAR de Cercedilla. Banesto ya no existe como Entidad pero siempre la llevaré en el corazón.

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  10. Tengo intención de ir a Cercedilla con el único objeto de visitar la Residencia, lugar donde pasé los mejores veranos de mi vida. Me gustaría saber si a alguien le fué posible entrar dentro del recinto. Gracias

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    1. Me gustaría saber, por favor, si conseguiste poder visitar la Residencia Estoy preparando una escapada a Cercedilla con el único objetivo de entrar en el recinto, pero no sé si será posible. Gracias

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  11. Núria Mateo
    Soy hija de empleado de Banesto y desde que tenía tres años mis padres y yo íbamos cada verano a
    Cercedilla. No hay día que no le dedique un pensamiento a la residencia
    El Carmen, al pueblo o las dehesas. Para mí mi tierra y mi pueblo no es Barcelona sinó Cercedilla a la que he vuelto constantemente.
    Gracias por este blog, ya no me siento sola en la añoranza constante hacia la que siempre será mi residencia.

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  12. Hola, yo hice los cursos de ingreso en el banco en el año 1.998. Estuve en la entidad 4 años, pero jamás tendré 1 mala palabra para Banesto, al contrario.Lo que soy ahora es gracias a ellos. En Cercedilla estudiabamos mucho, pero nos los pasamos muy bien. Todavía conservo amigos de la época. Gracias Banesto!!

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  13. Soy hija de empleado de Banesto. Me ha traído tantos recuerdos este blog. Fuimos en dos ocasiones a la residencia de Cercedilla, la primera vez tenia 8 años y la segunda 12. Recuerdo las vistas, el club, villa chupete,el comedor, los salones. Las tardes de juegos con los amigos que se hacían, los paseos hasta el pueblo de Cercedilla. Había unas piscinas naturales no muy lejos donde me llevaba mi padre. Todo era mágico, que tiempos.. Aún queda algo de la residencia?

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  14. Me ha encantado bucear en las fotografías de este Blog. Intentaba localizar alguna fotografía de mi padre, pero no ha sido así. Se ha nombrado en el artículo como uno de los administradores y me ha llamado la atención, pues nunca me había comentado que hubiera desempeñado ese papel allí. Siempre guardaré con cariño en mi memoria aquellos veranos con mis padres en Cercedilla. Gracias por este blog!.

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  15. Escribí en este blog en el año 2016. Fui a visitar la Residencia, pero la persona de seguridad no me dejó pasar. Le conté mi historia con la Residencia pero me dijo que era privado y no podía abrirme la verja. Entendí que era su trabajo y me fui. Me dio mucha pena no poder acceder. ¿Alguno de los que habéis escrito en este blog habéis podido entrar? Un saludo

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  16. Tal vez sea solamente una coincidencia de apellidos.

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