Del archivo Histórico Banco Santander :
El Banco Español de Crédito (V): la nueva orientación en el Grupo Santander (1994-2013)
En la primavera de 1994 estuvieron listas para ser ofrecidas al sector privado en pública subasta las 450 millones de acciones de Banesto propiedad del Fondo de Garantía de Depósitos, presentándose ofertas de Argentaria, el Banco Bilbao Vizcaya y el Santander. Aceptado el plan de viabilidad diseñado por cada uno de los concurrentes, la subasta acabaría decidiéndose casi exclusivamente por el precio ofertado. La adjudicación tuvo lugar el 25 de abril de 1994 al Banco Santander, que pagó 762 pesetas por acción frente a las 667 y 566 pesetas ofrecidas respectivamente por Bilbao y Argentaria. La operación costó al banco presidido por Emilio Botín 313.458 millones de pesetas, pero acercaba a la entidad cántabra al tamaño requerido para afianzarse como un banco competitivo en el marco de la próxima Unión Económica y Monetaria Europea. El Santander venía de realizar importantes operaciones societarias en el extranjero, como fueron los acuerdos con Royal Bank of Scotland o First Fidelity Bancorp, pero en el mercado nacional necesitaba un impulso adicional que la adquisición de Banesto podía otorgarle.
En efecto, con la incorporación del Español de Crédito al Grupo Santander las cifras de éste dieron un salto espectacular que supuso un incremento del activo total del 40%, en tanto el número de empleados pasaba de algo más de 12.000 a 29.000 y la red de sucursales—con un carácter complementario entre las dos entidades—crecía en casi 2.400 oficinas. Cierto es que algunos indicadores, como los de rentabilidad, eficiencia, morosidad y solvencia se resintieron, lo que indicaba la gravedad del deterioro sufrido por el balance del Español de Crédito. Junto con su matriz, se incorporaron el Grupo Santander filiales como Bandesco, el Banco de Vitoria, el de Albacete o el Peninsular, cuya licencia fue aprovechada para crear en 1995 Openbank, entidad especializada en banca telefónica, primero, y electrónica después.
Durante los siguientes cuatro años, el equipo de Alfredo Sáenz logró revertir la situación de Banesto, recuperando en un solo ejercicio todos los depósitos retirados a raíz de la intervención y reduciendo la morosidad. Al tiempo, la entidad incorporaba la cultura de gestión del riesgo del Santander, sus procedimientos de auditoría interna y ajustaba a la compatibilidad informática con su matriz la gestión del negocio. En 1998 el balance del Grupo crecía un 20% y el beneficio neto se multiplicaba por dos: lo esencial de la etapa de saneamiento de Banesto había concluido, lo que decidió al Santander a lanzar una OPA por el 98% del capital de la entidad. No obstante, Banesto siguió conservando su autonomía dentro del Grupo Santander.
Tras la incorporación de Alfredo Sáenz al Santander como consejero delegado en febrero de 2002, la presidencia de Banesto recayó en Ana Patricia Botín-Sanz de Sautola y O’Shea, cuya formación bancaria se había desarrollado en J.P. Morgan y diversas filiales del Santander, como Mercado de Capitales, Banco Santander de Negocios y Santander Investment. La nueva presidenta heredaba una sociedad no sólo perfectamente saneada, sino con una operatividad y funcionamiento caracterizados por una elevada eficacia. El equipo de Ana Patricia Botín conservó la autonomía en la gestión que caracterizó la etapa de su predecesor, reorganizó la entidad en dos redes—minorista y mayorista—reestructurando la red de sucursales, captó importantes clientes particulares convencidos del éxito de la fórmula que aunaba en Banesto tradición y modernidad y marcó una especial orientación del negocio hacia las pequeñas y medianas empresas.
Y si los cambios derivados de su adquisición habían transformado la cara del Banco Español de Crédito, de entidad con un fuerte sesgo industrial y un activo gravemente comprometido, en una banca comercial altamente rentable y eficiente, no menos evidentes fueron las transformaciones en el Santander, que si bien impuso un claro modelo de negocio, se benefició pronto de los efectos más positivos de su operación sobre Banesto: no sólo su tamaño se acercó al deseable en el entorno altamente competitivo de la Unión Económica y Monetaria que culminó con la entrada del euro en 2002, sino que también comprendió la necesidad de introducir cambios en la estructura del Grupo que garantizaran la plena operatividad de su funcionamiento: así, Banesto pasó a ser una de las seis nuevas áreas de negocio del Grupo Santander, junto con la Banca Comercial en España y el extranjero, Santander Investment, Banca Corporativa, Tesorería y Mercado de Capitales y Actividades Corporativas.
La marcha de Banesto de Ana Patricia Botín en noviembre de 2010 para dirigir la división británica del Santander dio paso en la presidencia a Antonio Basagoiti-García Tuñón, ex presidente de Unión Fenosa y consejero del Santander. Este cambio en la alta dirección del Banco Español de Crédito, realizado ya en plena crisis financiera y económica, no ha podido obviar la necesitad en el sector de urgentes procesos de redimensionamiento y reestructuración. Por ello, el pasado 17 diciembre el Santander anunció finalmente la liquidación de la marca comercial Banesto y su integración total en el Grupo, junto con su unidad de banca privada, Banif. La entidad que preside Emilio Botín espera lograr por esta operación, que se cerrará en mayo de 2013, unas sinergias valoradas en 520 millones de euros al cabo de tres años, en su mayor parte debidas al cierre de más de 700 sucursales y la supresión de unos 3.000 empleos.
Para saber más:
MARTÍN ACEÑA, Pablo (2007): 1857-2007: Banco Santander, 150 años de historia. Turner. Grupo Santander, Madrid.
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