sábado, 28 de diciembre de 2024

CASO BANESTO SEGÚN WIKIPEDIA

 

Caso Banesto según WIKIPEDIA : 


El caso Banesto fue una trama de corrupción empresarial en el Banco Español de Crédito que estalló a finales de 1993, en España, y terminó con la condena judicial de los entonces responsables del banco, con su presidente Mario Conde a la cabeza por delitos de estafa y apropiación indebida.


Antecedentes

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El Banco Español de Crédito (BANESTO) era una entidad financiera que tenía siete millones de clientes, medio millón de accionistas, 15.000 trabajadores y 50 empresas participadas.[cita requerida] Mario Conde, que era presidente del banco, había apostado en los años previos a la intervención por una estrategia de crecimiento de la entidad mediante la expansión de los créditos, en un momento en que la morosidad bancaria crecía a un gran ritmo. En 1993, unos meses antes de la intervención, la inspección del Banco de España había detectado un desfase patrimonial cercano a los 2.700 millones de euros (unos 450.000 millones de pesetas). Las autoridades del Banco de España habían intentado negociar un plan de saneamiento. Mario Conde, de forma desesperada, trató de salvar al banco con una ampliación de capital con la entidad estadounidense JP Morgan.1​ El resultado consolidado del grupo Banesto correspondiente a 1993, presentó unas pérdidas de 585.150 millones de pesetas (3.517 millones de euros) de los cuales 407.383 millones correspondían al banco matriz.2

Intervención del banco

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La existencia de un agujero patrimonial de 3.636 millones de euros (605.000 millones de pesetas) llevó el 28 de diciembre de 1993 al Banco de España a intervenir Banesto y a destituir a todo el consejo de administración, incluido su presidente, Mario Conde.1​ La intervención llevó aparejado el nombramiento de cinco nuevos consejeros procedentes de los principales bancos españoles para que elaboraran un proceso de saneamiento. También se acordó la aprobación de una línea de crédito ilimitada del Banco de España para garantizar los depósitos de los clientes, que habían estado varios días sin poder disponer de su dinero.1

Adjudicación

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Tras la intervención, un equipo de gestores procedentes del BBV, encabezado por Alfredo Sáenz, asumió inicialmente el control del banco y se encargó de ejecutar un plan de saneamiento. El 25 de abril de 1994, el Santander se adjudicó el banco convirtiéndose en el mayor grupo bancario español, al ganar la subasta organizada por el Banco de España; el Banco de Santander ofreció 313.476 millones de pesetas (1.884 millones de euros) lo que significa una oferta de 762 pesetas por acción, frente a las 667 ptas ofrecidas por el BBV y las 566 de Argentaria.3

Durante 1994

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  • La Bolsa valoró las acciones de Banesto a 855 pesetas (5,14€) cuando vuelven a cotizar, tras la intervención, el 1 de febrero, muy por encima de lo previsto por sus nuevos gestores.
  • El Congreso de los Diputados creó una comisión de investigación ante la que el gobernador del Banco de España, Luis Ángel Rojo, admitió que fue un grave fallo de la inspección no detectar a tiempo la crisis y cifró en 200.000 millones de pesetas (1.202 millones de euros) el coste del saneamiento con cargo al dinero público.[cita requerida]

Inicio de las reclamaciones

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El 26 de marzo de 1994 los accionistas del banco decidieron, en junta de accionistas extraordinaria, presentar una acción social de responsabilidad civil contra Mario Conde. El 15 de noviembre la fiscalía se querella contra Conde, ocho ex consejeros y un ex director general, dando comienzo el caso Banesto. El 23 de diciembre Mario Conde ingresa en la cárcel de Alcalá-Meco en prisión preventiva, junto a Arturo Romaní, éste ya había ingresado unos días antes,4​ acusados de un delito de estafa, salen el 30 de enero de 1995, tras depositar una fianza de 2.000 y 1.000 millones de pesetas, respectivamente.

Sentencia judicial

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El 31 de marzo de 2001 la Audiencia Nacional, tras los informes del fiscal Florentino Ortí Ponte, y del exteniente Fiscal del Tribunal SupremoCándido Conde-Pumpido Ferreiro, que actuaba como acusación particular en representación del Fondo de Garantía de Depósitos, falla contra Conde y le condena a 10 años y dos meses por los delitos de estafa y apropiación indebida1​ y obliga a devolver 7200 millones de pesetas a Banesto. Las defensas recurrieron al Supremo, y Conde evitó la cárcel con una fianza de 500 millones de pesetas.

El 29 de julio de 2002 el Tribunal Supremo aumentó las penas, Conde fue condenado a 20 años de cárcel, que cumpliría inicialmente en la prisión de Alcalá Meco. El exvicepresidente del banco, Arturo Romaní, fue condenado a una pena de 13 años y ocho meses de prisión. Los otros implicados, Fernando Garro, Pérez Escolar, Jacques Hachuel y Enrique Lasarte fueron condenados a 6, 10, 4 y 4 años de prisión, respectivamente.1​ Además, Conde, Romaní, Garro y Pérez Escolar debían pagar a Banesto 7200 millones de pesetas (43,27 millones de euros).

En noviembre de 2006, el Comité de Derechos Humanos de la ONU, dictaminó que España había vulnerado el Pacto de Derechos Civiles y Políticos de Nueva York al no disponerse una segunda instancia que pudiera revisar el agravamiento de la condena llevado a cabo por el Tribunal Supremo. El dictamen dejó a salvo la sentencia del Tribunal Supremo contra Conde, al constatar que este tribunal "examinó extensa y detenidamente la valoración de las pruebas", tras analizar más de 170 motivos de casación esgrimidos por la defensa de Conde, en una sentencia de más de 500 folios, rechazando la queja de Conde de que "las pruebas decisivas" para su condena no fueron revisadas.

domingo, 15 de diciembre de 2024

El Banco Español de Crédito : de la fundación a la nacionalización (1902-1927)

 

Inauguración el 6 de mayo de 1922 de la nueva sede social de Banesto en la madrileña Calle de Alcalá, con la presencia del rey Alfonso XIII.








La convivencia entre los intereses franceses y españoles, entre el Consejo de Administración y el Comité de París no fue siempre fácil, como se puso de manifiesto cuando surgió la necesidad de definir con precisión el carácter de la entidad y su política de inversiones: si se operaría bajo el molde de un banco de negocios, a imagen de su principal accionista francés y, por tanto, basado fundamentalmente en sus propios recursos; o si se decantaría por el modelo de banca mixta o universal que practicaba la mayoría de las entidades operantes en España. En la práctica, ello suponía una mayor disposición y organización para la captación de recursos ajenos, por lo que la creación de una amplia red de sucursales aparecía como una prioridad irrenunciable en este modelo de negocio. El debate sobre la política de creación de sucursales—y, por tanto, sobre el modelo de negocio bancario a desarrollar—enfrentó en el seno de Banesto a un grupo de accionistas españoles con los defensores de la tesis de Paribas, lo que motivó en 1906 la dimisión del presidente Cayetano Sánchez Bustillo, que sería sustituido por Manuel González-Longoria. El enfrentamiento se cerraba, pues, con una victoria provisional de la postura francesa. Hasta 1910, Banesto tan sólo crearía cinco sucursales (además de la de París, abierta desde la constitución del banco, se localizaban en La Carolina, Linares, Jaén y Almería, plazas todas ellas ligadas a la actividad de compañías mineras de capital francés), que se elevarían a ocho en 1916.


La muerte de González-Longoria en 1912 abrió la puerta a la posibilidad de cambios en el seno del consejo de Banesto, especialmente tras el nombramiento para el cargo de Manuel García Prieto (1859-1938), prohombre del Partido Liberal español y decidido partidario de una orientación más independiente de la entidad bancaria—en la línea de potenciación de la economía nacional sostenida por el conservador Antonio Maura—auxiliado en la vicepresidencia por su hombre de confianza José Gómez-Acebo Cortina (1860-1932), Marqués de Cortina. Dada la intensa actividad política de García Prieto, que formó gobierno en 1917, Gómez-Acebo pasaría a ocupar la presidencia ese mismo año. Desde su creación, y durante todo el período de la Restauración, el Banco Español de Crédito mantuvo fuertes vínculos con el Partido Liberal, integrando entre sus mayores accionistas a cuatro destacadas familias del liberalismo español: los Martínez Campos, los Gómez-Acebo, los Garnica y los Argüelles.

La coyuntura de la Primera Guerra Mundial se mostró especialmente propicia para los planes nacionalizadores de la alta dirección de Banesto. Naturalmente, la entidad española acudió en socorro de Francia durante los momentos más críticos de la Gran Guerra, comprando en París deuda pública, remesando crecidas cantidades en francos e incluso facilitando la compra de francos a cambio de oro cuando la cotización de la divisa francesa cayó lastrada por el esfuerzo bélico y una balanza comercial negativa. El episodio más simbólico llegaría a ser la custodia de los depósitos del Banco de Francia en la sucursal parisina de Banesto, al amparo del pabellón español que garantizaba la neutralidad. Pero ello no impidió que el consejo de administración del banco español insistiera en sus planes para alcanzar una mayor independencia en la gestión de la entidad y orientara decididamente sus recursos hacia la economía nacional. Cierto es que de la mano de Paribas, Banesto había participado desde 1902 en numerosas operaciones financieras en Europa (empréstitos a Bulgaria, Rumanía, Serbia, Rusia y los ferrocarriles suizos), América (con inversiones en México, Argentina, Panamá y Uruguay), África (empréstitos al Sultán de Marruecos e inversiones en el Crédit Foncier Egyptien) y Asia (suscripción de obligaciones de los gobiernos turco, chino y japonés), pero a cambio de una menor atención a su mercado nacional y al desarrollo de una red de sucursales propia. Esta situación cambiaría a partir de 1918, cuando las sucursales de Banesto alcanzaron el número de 13, que se elevarían a 21 en 1920, 124 en 1925, 343 en 1930 y 362 en 1935. La entidad española había iniciado decididamente el camino para convertirse en un gran banco de depósitos, en uno de los primeros del país.


Las circunstancias de la Gran Guerra habían sido determinantes en esto, pues con la depreciación del franco se había abierto la puerta al pago de las exportaciones españolas en activos denominados en pesetas y en oro, lo que impulsó la repatriación de un gran número de acciones de empresas españolas en manos de residentes en el exterior. Con ello, la presencia de accionistas franceses se redujo drásticamente, reforzando paralelamente la posición de los inversores y directivos españoles. Una consecuencia de ello fue el cierre de la sucursal de París para constituir en 1920 el nuevo Banque Française et Espagnole, donde participaban también el Banco Urquijo, el Vizcaya y el propio Paribas. La vida de esta entidad fue breve y sin especial brillo, liquidándose en 1928. Para entonces, la influencia y el número de los accionistas franceses se había reducido de tal forma que el año anterior los estatutos se habían modificado para suprimir el Comité de París, residuo prácticamente decorativo de un período ya finiquitado. La nueva senda de Banesto tras la Primera Guerra Mundial como entidad gestionada por y para los intereses de sus inversores españoles parecía simbolizarse en la inauguración por el rey Alfonso XIII de su nueva sede en la calle de Alcalá, esquina a la de Sevilla, el 6 de mayo de 1922.

De forma paralela a este proceso de nacionalización de la entidad, como su necesaria contraparte, se produjo su expansión territorial sobre la base de un aumento de los recursos propios, que se elevaron a 50 millones de pesetas en 1919. Con ello se abordó no sólo la apertura de nuevas sucursales, sino también la adquisición de otras entidades, como fueron el Banco Comercial de Valencia (1927), el Banco de Burgos (1928), el Banco de Oviedo (1920) o el Banco Gijonés de Crédito (1932), por citar algunos. Con esta nueva estructura ampliada para la captación de pasivo, su orientación como banco mixto se vio reforzada, dedicando crecientes recursos a la promoción de nuevas empresas.


En ello coincidió con el nacionalismo económico de corte estatalista que, iniciado en los primeros años del siglo XX, alcanzó un particular desarrollo durante la dictadura de Miguel Primo de Rivera (1923-1930) gracias a la iniciativa de su ministro de Hacienda, José Calvo Sotelo. Así cabe explicar la participación de Banesto en la constitución de la Compañía Arrendataria del Monopolio de Petróleos (CEPSA), pese a la animadversión del gobierno del dictador hacia los hombres de la alta dirección del banco, muy vinculados al régimen anterior. Tanto fue así que el ex presidente de la entidad, Manuel García Prieto, fue confinado por la dictadura en la isla de Fuerteventura en 1924 debido a un artículo con su firma aparecido en La Actualidad Financiera. Y si bien durante el período anterior el consejo de Banesto y el de ministros parecían haber trabajado en una muy estrecha sintonía, convergiendo en sus intereses, durante la dictadura primorriverista esta colaboración cesó bruscamente, reanudándose sólo tras la caída del dictador y en los primeros años de la Segunda República. Cuando en noviembre de 1932 falleció el presidente José Gómez-Acebo, Marqués de Cortina, una gran parte de sus proyectos de expansión y consolidación para el Banco Español de Crédito habíanse cumplido y la entidad se había situado entre los tres mayores bancos del país, excluyendo el de España: el tercero en recursos propios—siguiendo al Central Hispano-Americano—el segundo en compensación bancaria, en beneficios y en recursos ajenos, siempre tras el Hispano. Esta capacidad para la captación de depósitos era la consecuencia de una decidida apuesta que tanto Gómez-Acebo como García Prieto habían formulado para tejer la gran red de sucursales en la que Banesto era en 1931 líder absoluto en el mercado bancario nacional: 399 sucursales contra las 143 del segundo posicionado, el Banco Hispano-Americano. El Español de Crédito se había posicionado sólidamente como un gran banco nacional, acompañado entre los «Cinco Grandes» por el Central, Hispano, Bilbao y Vizcaya.